19/1/10

Teodiceando

“Mortels, il faut souffrir,
Se soumettre, adorer, espérer, et mourir”.



2 comentarios:

Francisco M. dijo...

Tremendos los últimos versos de Voltaire con los que ilustras en vídeo sobre las declaraciones del obispo de Donostia, pero no dan la razon a sus detractores.

Esas declaraciones están manipuladas. Cierto es que escuchadas tal y como fueron emitidas por determinados medios informativos, adolecen de caridad cristiana. Pero hay que oirlas íntegramente. Las mismas fueron hechas por el obispo en el programa la Ventana, de Gemma Nierga. Lo que se escucha en el vídeo está entrecortado, aislado de la entrevista y presentado como algo continuo. No es la respuesta que dio Monseñor Munilla. ¿Manipuló a propósito la cadena más antigua de España sus declaraciones?

En este enlace puedes escuchar el montaje del audio, el mismo que aparece en el vídeo:

http://www.cadenaser.com/espana/audios/munilla-valora-catastrofe-haiti/csrcsrpor/20100114csrcsrnac_2/Aes/

En este otro enlace puedes escuchar la entrevista completa y la respuesta en cuestión (es de la propia Cadena Ser):

http://www.cadenaser.com/actualidad/audios/ventana-segunda-hora-2010/csrcsrpor/20100114csrcsr_14/Aes/

Transcripción:

Pregunta: Quiero terminar, Monseñor, acordándonos juntos de la catástrofe de Haití, de tantos muertos, de tanta desgracia como ha dejado. Incluso esta mañana, en el programa de Radio María, algún oyente le preguntaba acerca de este tema, ¿verdad? Es decir, la perplejidad en que se sumen los católicos cuando se preguntan por qué Dios permite estas calamidades.

Respuesta: La verdad es que en Radio María las llamadas suelen entrar en directo, allí no hay filtro, y bueno, esa llamada ha respondido a una pregunta que todos llevamos dentro de nosotros: si existe Dios, por qué existe también el mal, ¿no? ¿Cómo es posible que los más inocentes?. Porque claro, somos conscientes de que a veces parece que el mal se ceba en los más inocentes y bueno, la respuesta que yo he dado la he referido también a Jesucristo. He querido recordar cómo Jesucristo fue el inocente, el justo de Dios, y sin embargo también fue injustamente perseguido e injustamente condenado a muerte. Y la respuesta que le he dado a ese oyente esta mañana ha sido la siguiente: que desde luego, si el mal tuviese la última palabra entiendo que sería incompatible con la existencia de Dios. Ahora bien, creemos firmemente que el mal no tiene la última palabra, creemos firmemente en que Dios nos ofrece una felicidad eterna y creo que existen males mayores, aunque parezca fuerte lo que voy a decir, existen males mayores que los que esos pobres de Haití están sufriendo estos días, ¿no? Yo he recordado esta mañana en Radio María ese momento del Evangelio en el que Jesús, cargando con la cruz, camino del Calvario, se encuentra con un grupo de mujeres que lloran por Jesús al verle atormentado y Jesús les dice: "No lloréis por mi, llorad por vosotras". Nosotros nos lamentamos mucho por los pobres de Haití, pero igual también deberíamos, además de poner nuestra solidaridad en ayudar a los pobres, nuestros medios económicos, etcétera, también deberíamos llorar por nosotros, por nuestra pobre situación espiritual, por nuestra concepción materialista de vida, ¿no? Quizás es un mal más grande el que nosotros estamos padeciendo, que el que esos inocentes también están sufriendo.


¿Levaba razón monseñor cuando dijo que se manipularon sus palabras? Es evidente.

¿Estuvo poco afortunado en su comparación? Puede ser. Sin embargo, ni la entrevistadora ni el periodista Mikel Huarte, le cuestionan en ese momento sus declaraciones. Todo lo contrario. Lo halagan diciéndole que están encantados, que gana en la distancia corta, que es amante de las nuevas tecnología (!TOMA YA¡) ¿Por qué otros realizan un montaje a posteriori con sus palabras?

Cómo me compadezco de los falsos profetas que predican la solidaridad desde el púlpito de la sociedad del bienestar mientras, apoltronados en sus sofás y provistos de una fresca cerveza, se disponen a ver por el canal 63 de la TDT cómo van los trabajos de rescate en Puerto Príncipe. Malditos fariseos.

Antonio Andújar Tomás dijo...

Coño Francisco no enloquezcas de compasión.
Con manipulación o sin ella, a mí me da igual, las palabras dichas son representación de una locura y de una hipocresía milenaria.

En las antesalas de los templos han anidado los fariseos desde los tiempos más miserables.
Recuerda a Jesús.

¿Por cierto qué quiere decir Munilla cuando afirma, en este momento, que el mal no tiene la última palabra? ¿En nombre de qué malvado habla?