12/12/10

Informe del pisero (1)

Las generaciones anteriores leían más y mejor. En casa y en la escuela se leía. Todo era casi perfecto. recuerdo las aulas de mi antiguo instituto llenas de libros. Las librerías y bibliotecas de mi pequeña ciudad estaban abarrotadas, era imposible conseguir algo de lectura para ocupar el fin de semana.

Sacrificábamos los billares por la lectura de Lope de Vega o Calderón. Tuve compañeros tan raros que leían a Góngora y Quevedo, vivíamos tertulias en las que la polémica sobre estos autores era significativa. Los más modernos leían a Gironella y Martín Vigil.

Los clásicos nos sacaron del onanismo (no solo mental). El Quijote era mi obsesión y mi consuelo.

Los hogares españoles eran verdaderas bibliotecas familiares.

Papá nos leía la crónica literaria del diario Arriba, qué emoción al recordar sus palabras titubeantes con las alegres estrofas de raíces falangistas.

Mamá, tras la comida, nos leía fragmentos de la Historia Sagrada. Dios estaba presente.

Todo era tan diferente, tengo tanta añoranza y tanto miedo.

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