23/7/11

Pinacoteca meteorológica (II)

El falso espejo
René Magritte, 1928
MoMA, Nueva York

Con cuadros como este falso espejo, en el que aparece un cielo azul salpicado de nubes blancas –las típicas nubes de algodón–, el pintor belga René (François Ghislain) Magritte (1898-1967) consiguió, de forma muy eficaz, despertar la curiosidad del espectador y provocar en él una reflexión sobre lo que está contemplando. La observación de una escena irreal construida con objetos reales (el ojo humano y las nubes en este caso), fácilmente identificables, fue la técnica que explotó con acierto este pintor surrealista, para lo cuál utilizó como recurso pictórico este tipo de nubes en muchos de sus cuadros. Esto fue así debido, sin duda, a la fascinación que ejercían las nubes sobre él. Magritte dibuja siempre el mismo tipo de nubes –cúmulos de buen tiempo y altocúmulos de la variedad floccus (nubes aborregadas)– al corresponderse con la imagen mental que tenemos de una nube la mayoría de las personas. La línea que separa lo real de lo irreal en este cuadro es intencionadamente muy delgada. El iris del ojo que domina la escena es un espejo perfecto que refleja el cielo y las nubes. En el mundo real el iris también refleja los objetos en los que fijamos la mirada, pero lo hace sólo de manera parcial. El paisaje celeste que nos muestra Magritte en “El falso espejo” es el reflejo artificioso de la naturaleza en un ojo. “El sentimiento que experimentamos al contemplar un cuadro, no se puede distinguir del cuadro ni de nosotros mismos. El sentimiento, el cuadro y nosotros mismos estamos reunidos en nuestro misterio”, dejó escrito este genial artista.

© José Miguel Viñas

Fuente: www.divulgameteo.es

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